El diario Público del día 15 de junio publica un artículo inquietante sobre la situación medioambiental del continente africano. En él, su autor/a (M.A.) nos cuenta que este continente se parece muy poco al que conoció en el siglo XIX el explorador escocés David Livingstone. Y es que actualmente África pierde anualmente más de 4 millones de hectáreas de bosque. Además, el 65% de las tierras de cultivo están dañadas a causa de la erosión y el abuso de productos químicos agrícolas. Unos 300 millones de personas sufren en sus carnes los efectos de la escasez de agua. Se afirma, asimismo, que el calentamiento global está agravando mucho estos problemas. Y es que a pesar de que los 53 países africanos apenas son responsables del 4% del total de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, son por el contrario los principales damnificados y víctimas del cambio climático. Algunos ejemplos negativos de la situación en África los tenemos en la desaparición de las nieves del monte Kilimanjaro (Kenia), la deshidratación del lago Chad, o la urbanización desaforada de ciudades como Dakar. Otro aspecto de preocupante gravedad es la enorme disminución de la biodiversidad animal y vegetal en África, como lo demuestra la extinción de especies tan relevantes como el León del Átlas, el Rinoceronte negro,
el Orix Cimitarra,
o el Arrui de Egipto.
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